La jornada 25 de la liga BBVA nos dejo el claro sufrimiento de el Madrid y el Barça en la lucha por la liga, en la que ambos mantienen la distancia gracias a «Dios y ayuda».
El Madrid en un campo pequeño y con el césped en mal estado como es el Teresa Rivero de Vallecas le costo «Dios y ayuda» ganar al Rayo Vallecano. Y es que el Rayo se desenvuelve bien con el balón en los pies. Tiene buenos conceptos y en su modestia despliega un fútbol que ya quisieran muchos poder realizar, incluido el propio Real Madrid.
El equipo merengue parecía haber involucionado, patadones arriba sin sentido, encerrados atrás. La primera parte sufrió lo indecible mientras el Rayo rondaba la portería de Casillas con mucha emoción pero poco éxito. En la segunda parte el equipo blanco se desperezo un poco, seguramente gracias al esfuerzo rayista de la primera mitad que les hizo bajar el pistón para tomar aire, lo que le valió al Madrid para salir de la cueva y acosarles.
Producto de los minutos de acoso del Madrid se produce el único gol del partido. En un saque de esquina sacado por Özil se forma una melé en el área, el balón sale rechazado diagonalmente hacia un vértice del área grande, Cristiano en la trayectoria del balón corre tras él y al llegar a su altura la pega con fuerza de tacón en la misma dirección en la que corría, gol. Lo primero que se me ocurre pensar es que Cristiano le pego de tacón con la intención de devolver rápidamente el balón a la melé y generar más peligro esperando el remate de algún compañero, la sorpresa vino al no tocarlo nadie y colarse el balón en la portería. Para los madridistas y los mouriñistas en particular, el golazo de un «Dios».
Resulta muy difícil pasar por alto la «ayuda» arbitral recibida por el Madrid en este partido. Ramos debió ser expulsado y su acción castigada con penalty, Pepe también debió ser amonestado y además la expulsión de Michu que no fue ni falta, son algunas muestras de la desastrosa labor arbitral. Es lógico pensar que el Madrid deseara que el partido acabara desde el mismo instante que el «churrigol» de el «Dios» Cristiano entró en la portería.
Por su parte al Barça le fue parecido, también contó con «Dios y ayuda» para poder seguir sobreviviendo en su lenta agonía de perseguir al Madrid.
Las ayudas arbitrales al equipo culé en el Calderón son clamorosas y el partido estaba condenado a terminar con empate a uno. Donde el Barça no llegaba, llegaba el arbitro y el Atlético se sentía incapaz de superar a los dos, por separado sí, lo demuestran los fueras de juego pitados al Atlético de Madrid y que no eran, anulando así claras opciones de gol. Pero como muy bien decía Luis Aragonés el fútbol es de pillos y aquí el Barça tuvo su oportunidad gracias al despiste del equipo rojiblanco.
Desde el líder de primera división hasta el último equipo de la categoría más baja sabe o debe saber que en una falta tiene que haber un hombre que a una distancia razonable entorpezca el saque de la misma y obligue al equipo que la saca a pedir barrera. Despistado el Atlético delante del balón estaban lo más peligroso del Barça: Xavi Hernández sin duda el artífice intelectual de la maniobra y Leo Messi el malabarista con una mano en su pie izquierdo capaz de poner el balón donde haga falta. A la orden de Xavi, Messi ejecutó a la perfección, el golazo de un «Dios». Fin de la historia.