La
final de la Copa del Rey se presentaba con una historia clara; los
catorce años de victorias seguidas del equipo blanco sobre su eterno
rival. Para el Atlético de Madrid sus enfrentamientos con el Real
Madrid se podían describir con el celebre axioma del gran Gary
Lineker: «El fútbol es un juego simple: 22 hombres corren detras
de un balón y al final siempre gana [Alemania] el Madrid».
El
partido comenzó con el guión predecible, el de los derbis. El
Madrid manejaba el partido y el Atlético, con errores (las continuas
pérdidas de balón de Mario Suárez eran aprovechadas por el Madrid
con peligro), sobrevivía. En torno al minuto 13 de la primera parte,
Cristiano, a la salida de un corner, hizo un Santillana; se
levantó más que nadie, marcó los tiempos y puso el balón lejos de
Courtois, un golazo.
Todo
estaba en contra del equipo del Manzanares; el rival —hace catorce
años que no gana al equipo blanco—, el escenario —aunque
neutral, era el Bernabeu—, el resultado —perdía por un gol a
cero con todo el partido por delante— y era un derbi. Un momento...
¿era un derbi? no, el gol cortocircuitó a los jugadores
rojiblancos... era una final, esas que últimamente gana el Atlético
sea quien sea el rival. Dice un viejo axioma del fútbol: las
finales no se juegan, las finales se ganan. Y dicho y hecho, los
jugadores rojiblancos miraron en su carpeta de guiones y le
enseñaron al Madrid el guión de ganar finales. Y todo cambió.
Poco
a poco el Atlético empezó a crecer delante del Madrid, éste seguía
a lo suyo con el guión de los derbis cuando llegó una genialidad de
Falcao. Sabedor Radamel que Albiol le seguía a todas partes, se fue
a recibir al centro del campo, giró sobre su marcador y pasó en
profundidad a Costa que entraba por el hueco que dejó el colombiano.
El brasileño encaró a Diego López y le batió ajustado al palo. El
Atlético empataba el partido; Simeone, en la banda, no paraba de dar
instrucciones a sus hombres: juntos, concentración, no os echéis
atrás. El técnico argentino, muy tenso, no estaba un minuto quieto;
consciente de que sobre el papel el Real Madrid es mucho mejor,
trataba que sobre el césped su equipo diera la vuelta a esa
realidad.
Por
su parte el equipo blanco con su guión de los derbis, a su ritmo,
confiado en su superioridad y su pegada, despertó tarde de la
realidad del partido; con la reserva al mínimo, con su rival
crecido, empezó a creer que perder era una posibilidad real. Perdía
los uno contra uno, elevó la agresividad para poder ganarlos, los
colchoneros entraron al trapo por momentos, solo sirvió para que el
arbitro repartiera tarjetas, Cristiano se desquiciara y Mourinho, que
solo sabía protestar, fuera expulsado. El control del partido era
rojiblanco. Así llegaron al final de los noventa reglamentarios.
Al
comienzo de la prórroga el Madrid hizo los tres cambios de golpe,
todo apuntaba a que el equipo blanco daría el golpe de gracia, pero
el que lo dio fue el Atlético de Madrid, un balón espectacular al
primer palo de Koke y Miranda, el mas listo del lugar, cabeceó antes
que nadie a la red. De haber sido Casillas el portero blanco,
hubiéramos oído hasta la saciedad que el de Móstoles cantó, pero
como no es el caso...
De
ahí hasta el final reseñar el desquicio absoluto de Cristiano,
merecedor de la roja directa por la fea acción sobre Gabi quien fue
merecedor de la amarilla por la entrada previa por detras al
portugués.
Lamentable,
muy lamentable la ausencia de Cristiano y de Mourinho en la recogida
de trofeos al subcampeón, si de verdad Cristiano quiere ser digno
capitán del Madrid alguien debería recordarle algunas estrofas del
himno (el de verdad), al que quiere representar y cumplirlas:
«....¡Hala
Madrid!, ¡Hala Madrid! Noble y bélico adalid, caballero del honor.
¡Hala Madrid!, ¡Hala Madrid! A triunfar en buena lid, defendiendo tu color.
¡Hala Madrid!, Hala Madrid!, Hala Madrid!
Enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano
sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano....»
¡Hala Madrid!, ¡Hala Madrid! A triunfar en buena lid, defendiendo tu color.
¡Hala Madrid!, Hala Madrid!, Hala Madrid!
Enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano
sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano....»
El Atlético de
Madrid completo un gran partido, consciente de sus limitaciones se
rehízo de sus errores, se deshizo de sus prejuicios y con humildad,
trabajo en equipo y fe se llevo una Copa muy merecida. Para el Real
Madrid, la derrota en la final, la forma de perder (ajeno durante
mucho tiempo a la realidad del partido) y la actuación de Mourinho
antes (ruedas de prensa incendiarias durante los últimos siete
días), durante y después (no subiendo al palco) del partido suponen
el final de un ciclo, de un ciclo vulgar, así no se puede continuar
¿cuando va mover ficha el Sr. Pérez?