Días
antes de la final le oíamos decir: «no me siento determinante,
me gustaría tener más incidencia en el juego». No estaba
cómodo, su campeonato venía siendo como el de la selección; serio
y gris, en ocasiones demasiado gris. Pero Xavi Hernández es un
futbolista inigualable, no podía faltar a la cita, la final le
esperaba con los brazos abiertos, y no defraudó.
Desde
el momento en que Proença dio el pitido inicial su presencia se
empezó a notar. En silencio ordenó a sus compañeros, de repente
todos se veían, los pases eran precisos, la presión sobre Pirlo era
magnífica, tanto, que obligo a De Rossi a retrasar su posición para
ayudar a su compañero, lo que provocaba la partición de Italia en
dos, la transición defensa-ataque del equipo español era perfecta.
Xavi, el gran Xavi Hernández había vuelto, se sentía cómodo,
determinante y con una gran incidencia en el juego.
Pero
no nos vamos a engañar, Italia ayudó, decidió apelar a su grandeza
como tetracampeón del mundo. Renunció a la defensa de 5, renuncio a
encerrarse atrás, salió a jugarle a España de tú a tú y lo pagó
caro. Gracias a eso la Selección abandonó su juego de posesión
y lo cambió por el de posición, juego en el que Xavi es el
más grande, todo un maestro.
¿Y
porqué hago distinción entre posesión y posición?
Son conceptos diferentes que van de la mano. Los equipos que han
jugado contra España en éste Europeo se han encerrado a ultranza,
convirtiendo el área en una zona acorazada, sin posibilidad de
entrar en ella y siempre con uno o dos futbolistas dispuestos a salir
corriendo al área española a la menor ocasión. Decía Johan
Cruyff: «En el fútbol sólo hay un balón, si lo tengo yo no lo
tiene el contrario, y si el contrario no lo tiene, no puede hacerme
gol, además trato de llevarlo a campo contrario, lo más lejos de mi
portería, así, cuando lo pierda tendré tiempo con presión, de
recuperarlo antes». El juego de posesión simplemente
consiste en poseer el balón, a veces de forma insulsa, sí, otras no
tanto, pero de esta manera, no lo tiene el rival, y le obligo a
correr por el campo persiguiéndolo; desgastando y aburriendo al
rival, en palabras de Del Bosque: madurando el partido.
Pero
volviendo a la final, la valentía de Italia dejaba espacios, y hoy
por hoy no hay nadie mejor que España teniendo espacios. En otro
tiempo hubiéramos perdido seguro, en otro tiempo. Xavi empezó a
mover el balón, Iniesta, Xabi, Silva y Cesc con la ayuda de Alba y
Arbeloa por las bandas lo acompañaban y los italianos se sentían
incapaces de pararlos. El juego de posición dinamizaba todas
las jugadas; el debate del 9, desaparecido y así, un balón en
profundidad para Cesc, que progresa como un delantero, pasa atrás y
el ariete Silva, de cabeza, abría el marcador.
En el
segundo gol el maestro ve a Jordi Alba por dentro, pase en
profundidad que supera líneas de presión para dejar solo al
lateral, se planta ante Buffon y recordando tiempos de infancia
define como delantero. 2-0 eliminatoria encarrilada.
En la
segunda parte, dos goles. Torres con otro pase por entro del maestro
emula a Jordi Alba y tapando la boca a los críticos marca ante el
portero italiano; y la guinda de la final, algo por lo que los
torristas admiramos al Niño y peleamos por que tenga un
puesto en este equipo. Se marchaba sólo, podía hacer su jugada de
recorte y triunfar en la final como pichichi del torneo en solitario,
más de uno no lo habría dudado, pero él piensa siempre en lo mejor
para el equipo, para el grupo. Tras él venía Mata, que acababa de
salir y no había jugado hasta el momento ni un sólo minuto en el
torneo, no lo dudó, recortó descolocando al portero y le puso en
bandeja el balón a su compañero del Chelsea quien sólo tuvo que
empujar el balón a la red. A Mata, que tanto le había ayudado esta
temporada en el club londinense, se lo agradecería Torres haciendo
que inscribiera su nombre en la lista de goleadores de la final.
Torres que había quedado empatado en la lista de goleadores con
tres, consigue el pichichi gracias al pase de gol que da a Mata.