La vuelta de la Supercopa de España dejó claro el crecimiento del Real Madrid de Mourinho. El equipo parecía estar al nivel del rival y sin embargo hay carencias a pesar del año largo que llevan con el mismo míster (ahora Manager General), dos pretemporadas y lo único claro que sabe hacer bien el equipo es comportarse con intensidad y agresividad, a veces excesiva.
En fútbol, lo inteligente es hacer correr el balón, no a los futbolistas, y para poder llevar esto acabo es necesario de la táctica o estrategia del grupo y de la técnica individual de los futbolistas. Ésta última esta fuera de toda duda, el problema aparece cuando esa técnica individual, combinada con la estrategia del grupo, hay que ponerla al servicio del equipo, porque esto es un deporte de conjunto y juegan once contra once.
En el Nou Camp vimos a un Madrid presionar la salida del balón, el problema es que solo lo hacía la primera línea, la segunda ayudaba sin presionar y la de atrás solo miraba, los desajustes los corregían corriendo como lobos tras un cordero, si lo unimos al retraso en la preparación del equipo rival parecía que el partido estaba equilibrado y el Madrid podía ganar al Barça.
Pero el Barça, falto de preparación física, lleva tres años con la misma estrategia y tienen muchos mecanismos y ajustes que suplen esa falta de preparación. Bastó que uno de sus volantes creativos hiciera un movimiento táctico mecanizado y recibiera el balón preciso de otro volante de creación para abrir el marcador, no hizo falta correr, solo hacer uso de la inteligencia colectiva.
En el Madrid, en cambio, el desbarajuste táctico es considerable. La línea de arriba esta compuesta por dos delanteros con vocación de mediapunta (Cristiano y Benzema) y un volante creativo (Özil), siendo este último el que más actúa como delantero centro, desgastándole como 9 y desperdiciándole en la creación del juego, el otro caso más escandaloso es el empleo de Xabi Alonso (posiblemente el futbolista con más sentido táctico de la plantilla) de líbero, cuando el Madrid pierde el balón, éste se incrusta con la línea de los centrales y dependiendo del grado de presión rival bascula por delante o por detrás de los centrales, quedando la salida del balón en manos del volante de contención. Así pues, con los dos creativos aislados uno en cada área la construcción del juego recae en futbolistas previsibles, sin sentido táctico y sin calidad necesaria para dar pases precisos.
Hace falta saber cuanto le va a durar al Madrid esa intensidad y si su entrenador es capaz de hacer mejorar al equipo tácticamente, o terminaremos llamando a Mourinho, Felipe II (Rey español que ante su fracaso en la batalla de Inglaterra declaró “No envié mis naves a luchar contra los elementos”).
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