Oficio,
agresividad y Falcao. Éste es el resumen de la Final de la
Europa Ligue que jugaron el Atlético de Madrid y el Athletic Club de
Bilbao en Bucarest.
El
equipo colchonero, con futbolistas más veteranos en estas lides
(Falcao, Diego, Turan, Godín), salió al campo con una idea muy
clara y el «cuchillo en la boca». Se plantaron en el campo
ocupando los espacios que querían ocupar, haciendo lo estrictamente
necesario para cortar las líneas de pase del Athletic y presionar la
salida del balón por parte solamente de los puntas rojiblancos;
provocando en los defensas vascos malas transiciones al centro del
campo donde el equipo madrileño robaba y rápidamente buscaba la
espalda del equipo vasco. Todo ello con la agresividad justa y
necesaria que el evento requería.
Por su
parte, el Athletic Club de Bilbao, salió al campo ha realizar el
fútbol que sabe hacer, sin darse cuenta de que le hacía falta algo
más, se dejó en la caseta todo lo que el rival traía de sobra. El
equipo bilbaíno parecía un equipo sin garra, blando, inocente, su
clara bisoñez le iba a poner el partido muy cuesta arriba. Mal
colocado (el Atlético se había hecho fuerte con el campo), sin
carácter y sin encimar lo suficiente, perdiendo continuamente el
balón en pases fáciles; la ausencia de presión al equipo
colchonero dio lugar a dos fabulosos goles de Falcao y otro de Diego,
si les das centímetros estas muerto. En el primer gol de Radamel,
entre Amorebieta y Aurtenetxe le dieron metros, ninguno esperaba que
le pegara con la izquierda y de eso se aprovecho el colombiano.
El
Athletic hace un fútbol vivo, estético, de toque, ocupa bien los
espacios, presiona en todo el campo, adelanta la defensa; quiere el
balón, lo trata bien y lo quiere en campo contrario. Pero todo esto
no sirve de nada si no sale como un león hambriento, sediento de
goles, de victoria. Son un equipo joven, en formación, aun tienen
mucho que aprender, sobretodo en personalidad, en carácter. Decía
Falcao antes del partido «hay que jugar con la tranquilidad de un
veterano y con la ambición de un juvenil». En Bucarest la mirada
del Tigre (Falcao) se comió a un León sin uñas.
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