Un
lectura simplista de la final de la Confecup podría decir que Brasil
fue mejor, una lectura simplista y entusiasta con los colores
cariocas diría que Brasil nos dio un baño. Hay un sector de
aficionados españoles que están de fiesta, encantados con la
derrota patria. Aficionados españoles que ven el fútbol con gafas
especiales, son lentes con un filtro especial, todo lo que no sea
igual a la camiseta del club de sus amores no sirve; es feo, aburrido
y malo. Lo bueno, lo moderno es lo que hay en su club, sea lo que
sea, y da igual los campeonatos que ganes, da igual que te admiren
fuera, da igual que seas modelo para otras federaciones campeonas y
centenarias (Alemania, Francia, Italia, Inglaterra... nos miran para
copiarnos). Están convencidos que hablar siquiera bien de la
selección es renunciar a sus colores de club y claro por ahí no
pasan; pobres. Mantienen una campaña de acoso y derribo contra el
seleccionador aseverando toda una ristra de mentiras, barbaridades y
sinvergonzonerías. Se aprovechan con malas artes de la bonomía del
seleccionador. Un tipo cortés, educado, conocedor del buen fútbol
(se educó futbolísticamente en el Real Madrid, a mi criterio personal el mejor club del mundo) y sobre
todo inteligente, capaz de recoger la simiente que muy acertadamente
sembró Luis en el 2008 (en el que se ganó la euro) y elevarla hasta
un mundial y otra eurocopa. Esos mismos aficionados aprovechan la
derrota de la selección para pedir la cabeza del seleccionador y de
algunos futbolistas, responsables junto con el propio Del Bosque de
llevarnos a lo más alto del mundo futbolístico, augurando un fin de
ciclo y un cambio de estilo.
A la
final de la Confecup los jugadores españoles llegaban muy cansados,
no era ningún secreto, el calor y la humedad de las sedes en las que
España jugó, y el partido de semis contra Italia pasaron una fuerte
factura, problemas que nada tienen que ver con el estilo. Mientras,
los brasileños se habían preparado a conciencia para está final,
sedes, itinerario. Bien adaptados a la humedad y al calor (viven
allí) hicieron una preparación física fuerte sabedores de su
pobreza futbolística. Si querían llegar a la final tenían que
jugar sobre el límite del reglamento, más veces por la parte de
fuera de la línea que por la de dentro, en todo el campeonato
hicieron 107 faltas, España 56. Cuando se juega bien al fútbol, se
construyen jugadas con criterio y tienes un estilo definido no es
necesario salirse del reglamento, no hace falta. Pero cuando te falta
fútbol... y resulta extraño, porque Brasil tiene buenos
futbolistas, siempre los ha tenido, pero no buenos entrenadores. Hay
escuelas y escuelas. De la final destacaría a tres jugadores:
Neymar, lógicamente; David Luiz, soberbio su partido llegando a
todos los balones; y Julio Cesar, sus paradas junto a las acciones de
Luiz evitaron acortar la diferencia.
Durante
todo el campeonato y sobre todo en la final la torcida brasileña se
dedicó una y otra vez a torcer el criterio arbitral en
beneficio propio cuando a su equipo le hacía falta y en la final le
hacía mucha, mucha falta. Brasil echó el reglamento a la basura y
salió en tromba sabedor que el arbitraje del partido recaería en la
torcida. Si ésto lo unimos a la situación del equipo español;
cansancio muscular y físico, los desajustes defensivos son mucho más
fáciles de producirse. Pese a todo, en ningún momento perdimos la
cara al partido, nos sobrepusimos a la injusta expulsión de Pique y
hasta el final tuvimos ocasiones, perdimos como pierden los
campeones, con nuestro estilo. Puestos a perder es más importante el
como hacerlo que el por cuanto, salvo para los simplistas, perdón,
los resultadistas. Si tenemos en cuenta que ésta derrota es la
primera en partido oficial desde la que sufrimos frente a Suiza en el
primer partido de la fase final del Mundial de Sudáfrica 2010,
podemos pensar que un accidente lo tiene cualquiera.
Muchos
dicen que la Confecup ha sido un ensayo general para el mundial del
año que viene. Si este ensayo se lo toman al pie de la letra me
parece que volverán a dejar que la torcida controle la
competición y el trofeo se quede en Brasil. La sombra del maracanazo
aun persigue al país y hay que evitar que se repita a cualquier
precio.
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