Partido
de clasificación para el Mundial de Brasil de 2014, marcado por el
resultado de la ida en Gijón; empate a uno. Los finlandeses, alumnos
aventajados de la escuela mouriñista, complicaron, y mucho, la vida
al equipo español.
El
encuentro venía precedido por dos debates en la prensa, el
sempiterno del delantero centro y el de la portería. Ninguno de los
dos relevantes para el seleccionador. En el caso del guardameta, Del
Bosque lo dejo muy claro a quien quiso escucharle:
«A Iker le perjudicó pacificar la relación Barça-Madrid. En
los momentos difíciles de la selección, Casillas ayudó en la
convivencia, a que la selección siguiera adelante y conquistara la
Eurocopa. Eso no fue bien visto y Casillas salió perjudicado» / «El
radicalismo de las aficiones hace que sólo vean el fútbol desde la
pasión y la ojeriza hacia el rival» / «Casillas está bien, está
feliz. Tiene buena relación con todos, más allá de los colores de
cada uno. Muchas veces aquellos que se consideran más patriotas son
los que más radicales se convierten. Todo el mundo debería pensar
que la selección española está por encima, o como mucho paralelo,
a los intereses de los clubes»
Una
vez más el salmantino ha dado en el clavo. Es evidente que Iker
mantiene la titularidad en la portería de la selección donde nadie
tiene motivos serios para cuestionarle. El portero no defraudo, como
muestra la parada en el minuto 12 de partido, sacando un balón (que
se colaba) con el pie, que venía rebotado de Sergio Ramos, aun con
empate a cero.
Existe
la creencia de que la única forma de contrarrestar el juego de
posición de la selección española (o el del Barça) es oponerlo,
vamos a decirlo así, con el estilo de Mourinho, es decir: dos
lineas, una de cuatro y otra de cinco, encerrados en el área,
defendiendo por acumulación y con dureza, y a la menor ocasión de
tener el balón correr como gamos a la espalda de la defensa rival
para hacer gol. Bueno pues Finlandia lo bordo, en cambio, los
españoles hicieron uno de los peores partidos que se recuerdan.
La
intensidad defensiva finlandesa dejó en evidencia el pobre estado de
forma de los jugadores de la roja en éste comienzo de temporada, que
unido a las bajas por sanción o lesión (Alonso, Pique, Busquets…),
provocaron imprecisión en los pases y desajustes defensivos. A Mario
Suarez le cuesta coger el sitio, Ramos no ayuda y se dispersa por el
centro del campo, solo Raul Albiol estuvo magnífico, demostrando ser
un gran central que se mueve bien con espacios y dejando en evidencia
el ostracismo al que le tenían en tiempos pasados. Arriba el único
con luces para construir era Cesc, de él salió la fantástica
vaselina a la espalda de las líneas finlandesas donde apareció
Jordi Alba que con tranquilidad bajó el balón y con su pierna mala
lo templo con suavidad por debajo del portero. Lateral con alma de
delantero, me río yo de Gareth Bale, a la hora de jugar al fútbol
no todo es potencia.
En la
segunda parte los cambios dieron la puntilla; Xavi metió un gran
pase por dentro sobre Navas, que había salido por Villa, el
sevillano corrió tras el balón hacia la frontal por velocidad, al
llegar a él pasó, aun toque, en horizontal a Negredo, que había
salido por Cesc, y a la salida del portero, remató.
Como
ya he dicho la selección jugó un muy mal partido, no todo va a ser
«jogo bonito» y pasearse. En ningún momento perdió el
control del partido, el objetivo máximo es siempre ganar, conseguir
los puntos que nos lleven a Brasil.
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