Desde
que los lusos supieron que el turco Cuneyt Cakir iba a ser el
arbitro del encuentro, iniciaron una campaña de dudas y protestas en
torno su designación. Se agarraron a un comentario al comienzo de la
Eurocopa de Michel Platini, Presidente de la UEFA, en el que decía
que la final la jugarían España y Alemania, y expresaron en la
prensa sus dudas sobre la legitimidad del torneo.
Toda
esta «campaña» bien orquestada servía para calentar los ánimos
de los jugadores portugueses. Cuando salieron al campo lo hicieron
con una excesiva violencia en el uno contra uno, en zonas del campo
poco peligrosas para ellos, pero vitales para nosotros, en cada
lucha, los lusos entraban con los tacos por delante, sin miramientos,
en el mejor de los casos bordeando la línea de la legalidad por
fuera, y todo ello con la permisividad de un arbitro claramente
predispuesto a compensar ese pensamiento portugués en torno a su
designación.
Hasta
éste partido, el resto de rivales de La Roja habían variado su
forma de juego para protegerse, Portugal decidió ser ¿valiente?, no
se encerró, mantuvo su dibujo 1-4-3-3, pero es evidente que sin esa
violencia en el robo del balón le hubiera resultado imposible
mantener su portería a 0. En ataque prácticamente nulos. La
propuesta de Portugal pasaba por, es evidente, Cristiano Ronaldo, en
torno a él giraba todo el ataque luso. Era la única esperanza para
superar a los españoles. Pero la defensa española estuvo casi
perfecta, en especial Sergio Ramos, secó a Cristiano con las ayudas
de Piqué y Arbeloa, CR7 en todo el partido solo tuvo una, no se lo
debió de creer, solo delante de Casillas la mando al cielo.
Pero
La Roja no se amilanó, sin entrar en la vileza de los lusos, trató
de mover el balón y proteger sus tobillos al mismo tiempo, 120
minutos no fueron suficientes para variar el marcador en una u otra
dirección y fue necesario ir a los penaltis. Una vez más Casillas
cumplió, sin duda, el mejor portero del mundo sigue siendo un gran
baluarte. Alonso falló, Iniesta y Piqué acertaron sus lanzamientos
y al llegar el cuarto Ramos se acercó al punto de penalty, recuerdos
fantasmales recordando su anterior lanzamiento ante el Bayern
aparecieron por doquier, ante el estupor de unos y la sorpresa de
otros ejecutó el lanzamiento como solo un crack es capaz de hacerlo,
tomo carrerilla, tiró al portero y con una suavidad asombrosa
emuló a Panenka. Cesc como en la anterior Eurocopa contra Italia
puso broche con su gol a la clasificación.
Es
evidente que España no juega con brillantez, es evidente que su
mayor belleza la expresó durante la Euro de 2008, pero lo que
también es evidente es que la culpa de que ahora no brillen tanto no
la tiene Del Bosque o el estilo de fútbol de posición. Los rivales
también juegan, y en estos años han diseñado sistemas para tratar
de anular el juego de España pero lo único que consiguen es afear
su brillantez, pero ganarla es otra cosa.
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